lunes, 16 de junio de 2008

La columna de Matías

Por Matías Blanco

La estructura acecha constantemente como requisito para hacer la vida tolerable, nos obliga a hacer una diera mental y no rendirnos ante los placeres de la inminencia, no permite la creación de algo en sí mismo sino que la cuota de individualismo debe limitarse a una mera nota de color dentro de las pautas, valga la redundancia, estructurales.

Dichosos los corceles ciegos motores de la carreta social ante los ojos apresurados porque no conocen su repugnancia. No son otra cosa que más que un montón de órganos orquestados hacia fines que sólo se limitan a alcanzar. Tristemente emprenden un viaje cuyo final es conocido e implacable, pero contrario a lo que cualquier ánimo consciente de su carácter perecedero haría. Sólo procuran copiarse cosas que abandonan al finalizar la travesía.

No es correcto llamarlos dictadores de pautas de juego ya que por temores se limitan a cumplir pasos que en sus huesos les vienen dados, quizás con algún retoque personal pero siempre dentro de las cuadrículas.

Que mejor que una vida que sirva de ejemplo de libros, ortodoxa, lineal, segura, asegurable, y si es posible asegurada. Controlable (si es entre cuatro paredes mejor), palpable, manufacturada, y por sobre todo manufacturable.

La estructura en sí no tiene porque cuadriculizar, estereotipar, monotonizar la mente, pero es la encargada de imponerla a su gusto y placer. Sí sos, no sos, intelectuales del sentido común todos ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vida es estructurada, es cierto, pero queda en el ser en romperla o guiarse a través de ella.
La mente es un ¿órgano? que de alguna manera tiene que controlar impulsos y acitudes.
Saludos