martes, 27 de mayo de 2008

Los colifas, hacia la desmanicomialización


Caricatura echa para Bloggum por Gonzalo Castaño.

Los colifas luchan por su lugar. “Luchan”, en el sentido más abstracto del concepto, y no de una lucha de clases sociales, ni nada parecido, sino de una posición en el imaginario colectivo. “Luchan” por ese lugar que el brusco juego de sus mentes les ha quitado en un abrir y cerrar de ojos, como un sueño que nunca dejo de ser sueño, y que no les permitió volver a despertar.
Los internos del Borda viven sumidos en un mundo paralelo al cotidiano. Me refiero a todo lo material que esté fuera de las altas murallas del Borda, cómo lo es la calle Corrientes, por ejemplo; o alguna plaza (sin rejas, por supuesto, no como muchas de las que hoy se ven en Buenos Aires).
Para contrarrestar este aislamiento que deja a los internos psiquiátricos incomunicados y penitentes ante una realidad oscura, hace 16 años Alfredo Olivera, un distinguido psicólogo, creó “La Colifata”. Se trata de un programa radial que, en realidad, y para gusto de unos pocos, es un sistema de integración para los pacientes del hospital con la sociedad y consigo mismos. El programa ha tenido gran repercusión a nivel internacional y ha sido instalado de manera exitosa en países europeos.
Cada sábado, los propios colifas interactúan con los colaboradores para llevar adelante el ciclo que es escuchado por una audiencia sensible, pero con fuerza para entender su particularidad. Ante esta realidad, improvisada por unas manos sutiles, llenas de vitalidad, me pregunto, ¿pueden realzar su espíritu como personas?, ¿pueden sentirse iguales a todos los individuos?
Es un tema muy complicado de responder a simple puño y letra, ya que su análisis sería muy exhaustivo. Sin embargo, una idea queda muy clara: La Colifata les permite a los internos del Borda sentirse nuevamente vivos. Y la luz que reciben les realza las ganas de mantenerse de pie

Su lucha interna, ¿es sólo en sus mentes?

Los colifas amanecen cada día esperando reencontrarse con algún pasaje de su pasado o, bien, hallar un futuro mejor. Pero se encuentran con un obstáculo –y este es el punto en el que el papel de La Colifata toma relevancia, más que por ser un simple pasatiempo- que impide su realización: las autoridades del hospital y las corporaciones farmacéuticas no contemplan el reemplazo de tratamientos para curar la enfermedad mental en lo más mínimo.
El paradigma positivista sostiene que aquel que se aparte de las leyes de la sociedad debe ser excluido y reformado para volver a encajar en ella. Lo más desalentador es que esta teoría rige también en el Borda, que trata de mantener internados a rajatabla a los colifatos, mediante el suministro de medicamentos constantes. De por vida si es necesario.
“A los de arriba les conviene que sigamos siendo locos, que sigamos internados. De esa forma mantienen su política de coimeadores, ganando dinero a costa nuestra. Y nosotros somos la mano de obra de ellos”, sostiene un ex interno y colaborador activo del programa radial. Y La Colifata se convirtió, tras estos desequilibrios, como el “Héroe de los locos”, que los ubicará donde ellos se merecen: en el seno de la sociedad, pero no aún afuera del Borda.
“Este es nuestro lugar”, prosigue el colifato. “Nosotros excedemos lo normal, somos más que eso”, y despliega una sonrisa esperanzadora. Y ante una pregunta (que no viene al caso cuál fue, ya que lo que me importa es la respuesta), el dice: “Somos colifas, para eso estamos”, revitalizando la idea de que él y los demás son seres humanos, y que su rol en la sociedad, valga la redundancia, es ser colifas.
Analizando estos dichos y dándole suma importancia al papel de La Colifata, la conclusión es que los colifas se integran a través del programa. Allí retoman valores de la comunidad del antiguo orden social y estructural, dentro de la industria capitalista.
Comunidad como contendora de sentimientos, de expresiones escasamente banales. Asociaciones de compañerismo y hermandad ilimitadas viniendo de “mentes escasas de coherencia”, de “mentes rellenas de locura”, como si fueran huecos vacíos para saturar a gusto.
Hace unos meses, Radio Vaticano dio a conocer a La Colifata como ejemplo de lucha contra la exclusión social de los enfermos mentales y señaló que da un claro ejemplo de cultura y humanismo. En su declaración, este medio definió a La Colifata como “una radio muy especial, un instrumento para combatir la estigmatización de la locura.”
"Este ciclo se pensó para erradicar esas dos caras de lo que la sociedad conoce como locura: el loco como genio y, su contrario, el loco como criminal", dijo Alfredo Olivera. "A este formato había que llenarlo de contenido social, pero no para angustiar al espectador sino para que reconozca una problemática y que vea que puede haber una solución", contó.
Ante esta problemática, hay un fuerte proyecto de desmanicomialización que tiende a evitar la institucionalización de personas con problemas de salud mental y resocializar a los pacientes. En el Borda se incumple la ley de salud mental 448, sancionada en julio de 2000, que persigue la externación de los mismos.
El 50 por ciento de los pacientes lleva muchos años de internación, y si bien podrían estar afuera, no lo están porque no tienen una red de contención en el exterior. Palabras de un funcionario.
Entonces podemos decir que La Colifata es el medio por el cual los colifas expresan sus ideas, se nutren de valores que el propio hospital no fomenta. Luchan por una integración más equilibrada y justa. Luchan por una existencia más comprometida con la libertad y la dignidad. Los colifas anhelan ser escuchados y comprendidos. Y la mano sutil de Olivera y sus colaboradores los ayuda.


Un colifa auténtico. Hoy, en la calle.

Un arte escondido
No hay duda que este sistema es inspirador de grandes exponentes de la cultura, como los son Francis Ford Coppolla, Manu Chao, y muchos otros. Sin embargo, no sólo ellos representan de forma clara la filosofía de La Colifata.
Los colifas se identifican con el arte, lo enaltecen. Muestran, a través de talleres artísticos, sus facetas de escritores, pintores, cantautores y hasta locutores. El espacio de expresión creado por el programa es extraordinariamente único para un formato como este. Sus características han sido expandidas con gran acierto y personalidad.
El argentino debe sentir orgullo por algo que es bien nuestro, y en el caso de La Colifata, tendría que ser así. Los colifas son parte de nuestra Argentina -debilitada y manoseada-, y como tales merecen respeto.
Sus vidas no dependen de una decisión médica, pero sí sus futuros como ciudadanos. Los colifas están entre nosotros. Y nosotros entre ellos.

Les dejo un video de presentación de La Colifata donde muestran a los colifas más locos y famosos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿te comentaron cuando fue Francis ford Coppola?
Yo los entrevisté hace años y realmente me impresionaron - bien y mal al mismo tiempo-, imposible ser indiferente...!

Denis Fernández dijo...

Se que hace un tiempo largo, pero nose exactamente cuando. Averiguo y lo subo.